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La mítica banda española Angeles Del Infierno puso a vibrar a los amantes del rock pesado en el austro del país.

prensa_cuenca10_hoy_com_ecAngeles del Infierno descargaron el poderoso Heavy Metal en Cuenca. Fueron cerca de dos horas intensas de rock pesado con el grupo español, pionero del Metal y el Hard Rock.

Si alguien creía que la Banda estaba muerta, se equivocó. Las nuevas generaciones siguen los pasos del grupo que nació en 1978 en Lasarte-España y que por segunda vez llegó a Cuenca, cargado de experiencia y temas que perduran en el tiempo.

Lucir un traje negro fue la mejor identificación para conectarse con la música. El coliseo, «Jeffeson Pérez», en la noche del sábado, fue una marea negra de jóvenes que desafiando al frio intenso de la noche llegaron para vibrar con los Ángeles.

«Mi padre vio nacer a la banda, pero yo lo disfruto», dijo Juan Fernando Pacheco, un joven que lucía un anillo de plata en su dedo meñique, un arete en su oreja y el cabello hasta los hombros.

El banda cuencana Basca, momentos antes, ya prendió los ánimos de la gente con la canción «Basura». En los graderíos del coliseo los jóvenes cantaban las canciones del grupo que puso buen ritmo.

El coliseo esperaba impaciente la presencia de los españoles en el escenario. Ya eran las 22h10 y ningún animador apareció, solo un video dio la bienvenida al grupo. «Todos Somos Ángeles», gritaban en los graderíos los fanáticos.

El legendario vocalista de Ángeles, Juan Gallardo, levantó de los asientos a miles de espectadores cuando ingreso en medio de las luces multicolores.

Y, allí se encendieron los celulares, las manos con la característica forma de cachos o cuernos, recibieron al grupo. Hasta los policías que cuidaban el orden y no sabían mucho de esta música se contagiaron y no se perdieron la foto a través de los teléfonos. «Ya nos contagiaron», dijo un miembro de los uniformados.

La canción Principio del Fin, hizo que el público cante junto a Gallardo, era una sola voz en el coliseo de deportes, pero mucho más fue cuando entonaron Prisionero. Todos estaban de pie, las cabezas daban vueltas sobre sus propios cuerpos y otros no dejaban de saltar por la euforia que tenían por fuerza de las guitarras. «Esta música es mi vida, es mi identificación», señaló Mariela Trelles, quien junto a sus amigos se abrazaban y saltaban mientras escuchaban Hoy por ti, mañana por mí.

Con un gracias mis panas, hermanos, mi raza, la mítica banda europea se despidió de Cuenca con la promesa se volver y hacer vibras a los roqueros del austro. (RMT)

Tenga en cuenta Desde las 15:00 del sábado jóvenes rockeros ya hacían cola al pie del coliseo «Jefferson Pérez», en medio de la llovizna y frío de la tarde.

El control policial fue muy organizado. Un total de 80 gendarmes a pie, en motos, caballos y patrulleros, vigilaron tanto el interior como el exterior del escenario.

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